
ÍNDICE
- Orígenes y Cosmogonía
- La Jerarquía Divina
- Rituales y Sacrificios
- El calendario y la cosmovisión azteca
- Mitos fundamentales y relatos cosmogónicos
- El panteón de los dioses aztecas
- Principales deidades del panteón mexica
- Glosario de deidades aztecas
- La mitología azteca: un universo en expansión
- Más acerca de la mitología azteca
La mitología azteca, también conocida como mitología Mexica, representa un sistema de creencias profundamente arraigado en la cultura del pueblo Mexica que floreció en el Valle de México durante el período posclásico (aproximadamente del siglo XIV al XVI d.C.). Este sistema no era una entidad monolítica, sino una compleja red de dioses, diosas, rituales y mitos que explicaban el origen del universo, la naturaleza humana y el destino del mundo.
La mitología azteca estaba intrínsecamente ligada a la organización social, política y religiosa del imperio, y su comprensión era esencial para el mantenimiento del orden cósmico y la prosperidad del pueblo. Este artículo explorará en detalle los elementos clave de esta fascinante mitología, examinando sus dioses principales, sus mitos de creación, sus rituales y su impacto en la sociedad Mexica.
Este artículo se propone ofrecer una visión exhaustiva de la mitología azteca, analizando sus componentes más importantes y su relación con la vida cotidiana del pueblo Mexica. Se abordarán temas como la cosmogonía, la jerarquía divina, los rituales de sacrificio, la importancia de los calendarios y la relación entre los dioses y la humanidad.
Además, se examinarán las influencias culturales que moldearon la mitología azteca, incluyendo elementos de culturas precolombinas anteriores y las creencias de otros pueblos mesoamericanos. El objetivo es proporcionar una comprensión profunda y matizada de esta compleja y rica tradición religiosa, que sigue siendo objeto de estudio e interés en la actualidad.
Orígenes y Cosmogonía

La cosmogonía azteca constituye uno de los pilares fundamentales de su sistema de creencias. A través de una rica tradición de mitos, los aztecas —o mexicas— explicaban el origen del universo, de los dioses, de la humanidad y de los ciclos naturales. Estas narraciones no solo tenían un carácter explicativo, sino también normativo: organizaban el mundo simbólicamente y ofrecían legitimidad a la estructura social y religiosa del Imperio.
El mito de los cinco soles
Uno de los relatos centrales de la cosmogonía azteca es el de los Cinco Soles, que describe cinco eras o edades cósmicas, cada una regida por un dios solar distinto y destruida al final por cataclismos. Según esta visión, el mundo actual es el Quinto Sol (Nahui Ollin), precedido por cuatro mundos anteriores:
- Primer Sol: Nahui Ocelotl (“Cuatro Jaguar”)
Regido por Tezcatlipoca, fue destruido por jaguares que devoraron a la humanidad. - Segundo Sol: Nahui Ehecatl (“Cuatro Viento”)
Gobernado por Quetzalcóatl, terminó en un gran huracán. Los humanos se transformaron en monos. - Tercer Sol: Nahui Quiahuitl (“Cuatro Lluvia”)
Dominado por Tláloc, acabó por lluvias de fuego. Los humanos se convirtieron en aves. - Cuarto Sol: Nahui Atl (“Cuatro Agua”)
Bajo el mandato de Chalchiuhtlicue, diosa del agua, el mundo fue destruido por una inundación. Los sobrevivientes se transformaron en peces. - Quinto Sol: Nahui Ollin (“Cuatro Movimiento”)
Es el mundo actual, sostenido por Huitzilopochtli, el dios solar y patrono del pueblo mexica. Se cree que este mundo terminará por terremotos.
Este relato tiene una fuerte carga simbólica sobre la ciclicidad del tiempo, el rol de los dioses en la creación y destrucción del universo, y la necesidad del sacrificio humano para sostener el equilibrio cósmico.
Creación del hombre
Según otra versión del mito, tras la creación del Quinto Sol, los dioses necesitaron crear nuevamente a los seres humanos. Quetzalcóatl descendió al Mictlán, el inframundo, para recuperar los huesos de las generaciones anteriores. Al escapar con ellos, sufrió una caída y los fragmentó. Estos huesos rotos fueron mezclados con su propia sangre para dar origen a los nuevos hombres y mujeres, una explicación que refleja la importancia del sacrificio divino como acto creador.
Dualidad creadora: Ometéotl
En la cima de la cosmología azteca se encuentra una deidad dual: Ometéotl, formada por Ometecuhtli (“Señor dual”) y Omecíhuatl (“Señora dual”), considerados los dioses primordiales que habitan el plano superior llamado Ōmeyōcān. Representan la unión de opuestos (hombre-mujer, luz-oscuridad, vida-muerte) y son los progenitores de los principales dioses del panteón azteca. Aunque su culto no era popular ni tenía templos específicos, su figura representa el principio generador universal en la teología mexica.
La Jerarquía Divina

La religión mexica era politeísta y presentaba un panteón complejo, en el que las deidades no solo representaban fuerzas naturales o aspectos de la vida humana, sino que también se organizaban jerárquicamente, con funciones específicas y a menudo interrelacionadas. A diferencia de otras religiones que poseen un único dios supremo, los aztecas concebían una estructura teológica flexible, cíclica y funcional, en la que las deidades interactuaban mediante oposiciones complementarias.
Ometéotl: la deidad suprema y abstracta
En la cúspide se situaba Ometéotl, el dios dual creador, mencionado en la sección anterior. Aunque su culto no era central en la práctica religiosa diaria, su existencia expresa la concepción filosófica de un principio creador abstracto, del cual emanan las demás deidades. Desde su morada en el Ōmeyōcān, el “Lugar de la Dualidad”, dio origen a cuatro de sus hijos principales, conocidos como los Tezcatlipocas.
Los Cuatro Tezcatlipocas
Estos dioses hermanos, cada uno asociado a un color y un punto cardinal, formaban una cuaternidad dinámica que participó en la creación del mundo y los ciclos cósmicos. Sus interacciones, conflictos y alianzas definen gran parte de la mitología mexica:
- Tezcatlipoca (Negro): Dios del cielo nocturno, el poder, el conflicto, la hechicería y el destino. Es una de las deidades más complejas y temidas del panteón. Rival de Quetzalcóatl.
- Quetzalcóatl (Blanco): “Serpiente emplumada”, dios del viento, el conocimiento, la creación, el sacerdocio y la cultura. Considerado también civilizador y promotor de la vida.
- Huitzilopochtli (Azul): Dios solar, del fuego, de la guerra y protector del pueblo mexica. Su figura se asoció al destino imperial mexica y al sacrificio humano como sustento del cosmos.
- Xipe Tótec (Rojo): “Nuestro señor el desollado”, dios de la agricultura, la fertilidad, la regeneración de la naturaleza y los ciclos vitales, asociado al sacrificio ritual mediante el desollamiento.
El grupo de dioses principales
Aparte de los Tezcatlipocas, existía una serie de deidades mayores, muchas de las cuales poseían un culto organizado, templos y festividades propias. Algunas de las más destacadas incluyen:
- Tlāloc: Dios de la lluvia, el rayo y la fertilidad agrícola. Su morada, el Tlālōcān, era un paraíso acuático. Sus templos estaban entre los más importantes, como el ubicado en el Templo Mayor.
- Chalchiuhtlicue: Diosa del agua corriente (ríos, lagos), esposa o aspecto complementario de Tláloc. También está asociada a la pureza y al parto.
- Tonatiuh: Dios del Sol actual, identificado con el Quinto Sol. Requería constantes sacrificios humanos para mantener su energía.
- Coyolxauhqui: Diosa lunar, hermana de Huitzilopochtli, que representa la noche y las estrellas. Su mito simboliza el enfrentamiento eterno entre el día y la noche.
- Mictecacíhuatl y Mictlantecuhtli: Señora y señor del inframundo (Mictlán). Gobernaban el reino de los muertos y eran figuras clave en los ciclos de muerte y renacimiento.
- Cihuacóatl: Diosa vinculada a la fertilidad, el parto y la guerra. También desempeñaba un rol simbólico en la administración del estado mexica.
Deidades agrícolas y del ciclo vital
El ciclo agrícola, fundamental en la economía mesoamericana, estaba acompañado de una densa red de deidades relacionadas con el maíz, las estaciones y la regeneración de la vida:
- Centeōtl: Dios del maíz masculino, frecuentemente representado como joven. En algunos mitos, es hijo de Tlazolteotl y Xochipilli.
- Chicomecōātl: Diosa del maíz maduro y la abundancia. Es una de las principales divinidades femeninas asociadas al sustento.
- Xochipilli: “Príncipe de las flores”, dios de la belleza, el arte, la música y el placer.
- Xochiquétzal: Contraparte femenina de Xochipilli, asociada al amor, la sensualidad y las flores.
Deidades menores y locales
A lo largo del vasto imperio mexica, diversas regiones rendían culto a divinidades locales, espíritus tutelares (teixiptla) y formas sincréticas que fusionaban dioses mexicas con deidades de otras culturas mesoamericanas, como los huastecos, mixtecos o totonacas. Además, muchas deidades podían manifestarse en múltiples aspectos o avatares, lo que genera una gran riqueza simbólica y una cierta ambigüedad en sus representaciones.
Rituales y Sacrificios

El sistema ritual mexica se estructuraba en torno a una concepción cíclica del tiempo y una cosmovisión en la que los dioses otorgaban vida y sustento al mundo, pero exigían a cambio un tributo constante de energía vital. Los rituales, tanto públicos como privados, constituían una forma de reciprocidad sagrada: el ser humano debía alimentar a los dioses mediante ofrendas, danzas, ayunos, cantos, penitencias, sacrificios animales y, en numerosas ocasiones, sacrificios humanos.
El sacrificio como renovación del cosmos
El sacrificio humano no era un acto arbitrario o excepcional, sino una práctica esencial en la religión mexica. Según su mitología, los dioses se habían sacrificado para dar origen al mundo actual —el Quinto Sol—, por lo que los seres humanos debían devolver ese gesto para mantener el equilibrio cósmico.
Los corazones ofrecidos a Tonatiuh, los guerreros sacrificados a Huitzilopochtli, o los niños entregados a Tláloc, eran parte de una lógica donde el universo dependía del constante flujo de energía vital. Esta visión del sacrificio trascendía lo político o lo bélico: era, ante todo, una obligación sagrada para preservar la vida.
Tipos de rituales
Los rituales mexicas variaban en escala, propósito y simbolismo. Algunos se realizaban en grandes plazas ceremoniales, otros en santuarios rurales o incluso dentro del ámbito doméstico. Los principales tipos de rituales incluían:
- Sacrificios humanos: Practicados en diversas formas, como la extracción del corazón, el combate gladiatorio, el desollamiento ritual o el ahogamiento. Cada método estaba asociado a una deidad y a una función cósmica determinada.
- Auto-sacrificio (tlazolli): Los sacerdotes y devotos se perforaban orejas, lenguas o muslos como forma de penitencia. La sangre ofrecida era recogida en papeles sagrados y quemada.
- Ofrendas materiales: Incluían flores, alimentos, copal (resina aromática), piedras preciosas, esculturas y objetos rituales. Eran depositadas en altares, cuevas, cenotes o enterradas en edificios sagrados.
- Danzas y cantos rituales: Combinaban música, poesía, coreografías y trajes simbólicos. Algunas danzas representaban mitos cosmogónicos, mientras que otras marcaban cambios estacionales o militares.
- Ayunos y abstinencias: Como preparación para rituales mayores o en señal de devoción, se practicaban restricciones alimentarias, sexuales o sociales.
- Ceremonias agrícolas: Ligadas al calendario solar y agrícola, se celebraban ritos para invocar la lluvia, agradecer las cosechas o proteger los sembradíos. Tláloc, Chicomecóatl y Centeōtl eran los destinatarios principales.
El calendario ritual
El calendario ritual mexica constaba de 18 veintenas (mēztli), es decir, 18 períodos de 20 días, cada uno con su propia festividad central y rituales específicos. Estas veintenas marcaban tanto los ritmos agrícolas como las obligaciones religiosas, y estaban distribuidas a lo largo del año solar (xīhuitl) de 365 días. Cada una estaba dedicada a una o varias deidades, y comprendía ceremonias en su honor.
Algunas festividades destacadas incluyen:
- Tlacaxipehualiztli: Dedicada a Xipe Tótec, incluía sacrificios por desollamiento y representaciones de muerte y renacimiento.
- Tōxcatl: Dedicada a Tezcatlipoca. Se elegía a un joven hermoso que representaba al dios durante un año antes de ser sacrificado ritualmente.
- Panquetzaliztli: Fiesta de Huitzilopochtli, coincidente con el solsticio de invierno. Celebraba el renacimiento del Sol y su victoria sobre las tinieblas.
- Etzalcualiztli: Veintena dedicada a Tláloc y Chalchiuhtlicue. Involucraba el sacrificio de niños, cuyas lágrimas eran vistas como augurio de lluvias abundantes.
- Huey Tozoztli y Huey Tecuilhuitl: Celebraciones relacionadas con el maíz, los nobles y las grandes ofrendas comunitarias.
Al final del ciclo de veintenas se sumaban 5 días adicionales llamados nēmontēmi, considerados nefastos, en los que se suspendían la mayoría de las actividades.
El papel de los sacerdotes
Los rituales eran conducidos por una clase sacerdotal organizada y jerarquizada, con funciones diferenciadas. Algunos de los cargos principales eran:
- Tlāloc tlamacazqui: Sacerdotes de Tláloc, encargados de rituales acuáticos y agrícolas.
- Quetzalcóatl tlamacazqui: Sacerdotes asociados al culto de Quetzalcóatl y al calendario.
- Huey tlamacazqui: Sumos sacerdotes de los grandes templos, como el Templo Mayor.
Los sacerdotes se preparaban mediante ayunos, educación ritual, y el dominio del calendario y los códices. Eran responsables de interpretar los presagios, oficiar ceremonias públicas, y actuar como mediadores entre el mundo humano y lo divino.
El calendario y la cosmovisión azteca

El mundo mexica estaba regido por una concepción cíclica del tiempo, en la que el universo pasaba por fases de creación, destrucción y renacimiento. Esta visión influía en todos los aspectos de la vida religiosa, política y social, y se articulaba a través de dos calendarios complementarios: el tonalpohualli (calendario ritual) y el xiuhpohualli (calendario solar). Ambos servían para estructurar el tiempo sagrado, interpretar los presagios y coordinar las festividades religiosas.
El tonalpohualli: calendario adivinatorio
El tonalpohualli ("cuenta de los días") era un ciclo de 260 días, compuesto por la combinación de 20 signos de día con 13 números. Cada día tenía una carga espiritual particular y estaba asociado a una deidad. Este calendario era utilizado principalmente con fines adivinatorios y rituales, y lo manejaban sacerdotes especializados llamados tonalpouhqueh, quienes consultaban códices para interpretar los augurios del destino.
Los 20 signos de día incluían nombres como Cipactli (caimán), Ehecatl (viento), Calli (casa), Cuetzpalin (lagartija), Acatl (caña), entre otros. Estos signos tenían significados simbólicos y regían no solo los días, sino también los nacimientos, las elecciones de nombre, las profesiones y los sacrificios apropiados.
El xiuhpohualli: calendario solar y agrícola
El xiuhpohualli ("cuenta de los años") era un calendario solar de 365 días, dividido en 18 veintenas (meses de 20 días), más 5 días adicionales llamados nēmontēmi, considerados de mal augurio. Este calendario regulaba los ciclos agrícolas, las estaciones, las fiestas religiosas mayores y la organización del año civil.
Cada veintena estaba marcada por festividades específicas dedicadas a distintas deidades, como Tláloc, Huitzilopochtli, Xipe Tótec, o Chicomecóatl. Estas fiestas no solo renovaban el vínculo entre los humanos y los dioses, sino que también articulaban el ritmo de la vida colectiva.
El ciclo calendárico de 52 años
Ambos calendarios (tonalpohualli y xiuhpohualli) coincidían cada 52 años, formando un ciclo mayor llamado xiuhmolpilli, o "atadura de los años". Este momento era crucial: se temía que el Sol no renaciera y que el mundo llegara a su fin. Para evitarlo, se realizaba el ritual del Fuego Nuevo (Toxiuhmolpilia), durante el cual se apagaban todos los fuegos y se encendía uno nuevo en el pecho de una víctima sacrificada en el cerro de la Estrella. Luego, este fuego sagrado era llevado a los templos y hogares, simbolizando la renovación del tiempo y la continuidad del mundo.
Ejes cardinales y centros del universo
La cosmovisión mexica concebía el universo como un sistema de cinco direcciones: los cuatro puntos cardinales más el centro. Cada dirección estaba asociada a un color, una deidad, un árbol sagrado, y un rumbo cósmico:
- Este (Tlālōcān): color rojo, asociado a Tláloc y la lluvia.
- Norte (Mictlān): color negro, dominio de Mictlantecuhtli y la muerte.
- Oeste (Cihuatlampa): color blanco, vinculado a las mujeres guerreras muertas en el parto.
- Sur (Huitztlampa): color azul, relacionado con Huitzilopochtli y la guerra.
- Centro (Ombligo del mundo): color amarillo o verde, representado por el Templo Mayor de Tenochtitlán.
Este modelo se proyectaba tanto en el plano ritual (templos, altares, danzas) como en la estructura urbana, agrícola y militar. La ciudad misma era una imagen del cosmos.
Los soles y las eras cosmogónicas
Según los mitos mexicas, el universo había pasado por cinco eras o soles. Cada una de estas edades había sido creada y destruida por los dioses, y la actual —el Quinto Sol— era sostenida mediante el sacrificio humano.
- Primer Sol (Nahui Ocelotl): Sol de los jaguares. Destruido por estos animales.
- Segundo Sol (Nahui Ehecatl): Sol del viento. Destruido por huracanes.
- Tercer Sol (Nahui Quiahuitl): Sol del fuego. Destruido por una lluvia de fuego.
- Cuarto Sol (Nahui Atl): Sol del agua. Destruido por un gran diluvio.
- Quinto Sol (Nahui Ollin): Sol del movimiento. Nuestro tiempo actual, que terminará por terremotos.
El mito del Quinto Sol estaba estrechamente vinculado a la fundación de Tenochtitlán y al culto solar de Huitzilopochtli, justificando la necesidad de sacrificios para mantener el movimiento del Sol en el cielo.
Mitos fundamentales y relatos cosmogónicos

La mitología azteca es un entramado simbólico de historias transmitidas oralmente por generaciones y recogidas, en parte, en fuentes coloniales como la Historia general de las cosas de la Nueva España de fray Bernardino de Sahagún, los códices Borgia, Borbónico, Florentino, entre otros. Estos relatos no eran meras narraciones: estructuraban el universo espiritual de los mexicas, explicaban su lugar en el cosmos y sustentaban el poder religioso y militar de su civilización.
El mito de los cinco soles
Uno de los relatos más emblemáticos es el del Quinto Sol, que narra la sucesión de eras cósmicas anteriores a la actual. Cada era fue gobernada por un dios solar diferente y destruida por cataclismos. El mito servía como advertencia sobre la fragilidad del mundo y la necesidad de alimentarlo mediante sacrificios.
- Primer Sol – Nahui Ocelotl (4-Jaguar): gobernado por Tezcatlipoca. Los hombres eran gigantes y fueron devorados por jaguares.
- Segundo Sol – Nahui Ehecatl (4-Viento): gobernado por Quetzalcóatl. Fue destruido por huracanes; los humanos se transformaron en monos.
- Tercer Sol – Nahui Quiahuitl (4-Lluvia de fuego): regido por Tláloc. Destruido por lluvia de fuego; los hombres se convirtieron en aves.
- Cuarto Sol – Nahui Atl (4-Agua): dominado por Chalchiuhtlicue. Un gran diluvio lo aniquiló; los hombres se volvieron peces.
- Quinto Sol – Nahui Ollin (4-Movimiento): nuestro tiempo. Creado en Teotihuacan tras el sacrificio de Nanahuatzin. Se profetiza su destrucción por terremotos.
Este mito expresa la visión cíclica del tiempo mexica y refuerza la idea de que el Sol —sostenido por el sacrificio— es un dios que debe ser alimentado para que no perezca.
El nacimiento de Huitzilopochtli y la guerra cósmica
Otro relato fundacional es el nacimiento de Huitzilopochtli, dios solar y patrón de los mexicas, que explica tanto la centralidad del sacrificio como el origen de la guerra como acto sagrado.
Según la leyenda, la diosa Coatlicue, madre tierra, quedó embarazada al guardar una bola de plumas. Sus hijos —los 400 Centzon Huitznahua (dioses estelares del sur) y su hija Coyolxauhqui (diosa lunar)— sintieron vergüenza y planearon matarla. Pero en el momento del ataque, Huitzilopochtli nació armado, decapitó a Coyolxauhqui y arrojó su cuerpo por las escaleras del monte Coatepec. Luego persiguió y destruyó a sus hermanos.
Este mito explica el ciclo diario del Sol (Huitzilopochtli), la Luna (Coyolxauhqui) y las estrellas (Centzon Huitznahua). Además, legitima el culto solar y el sacrificio humano: así como el dios luchó por la existencia, los hombres deben devolverle energía vital.
El mito de Quetzalcóatl y la creación de la humanidad
Quetzalcóatl, la "serpiente emplumada", aparece como figura civilizadora y redentora. Uno de los mitos más importantes cuenta que, tras la destrucción del Cuarto Sol, Quetzalcóatl descendió al Mictlán (el inframundo) para recuperar los huesos de los hombres primigenios.
Engañó a Mictlantecuhtli para obtener los restos, pero al escapar tropezó y los huesos se rompieron, lo que explicaría la diversidad humana. Luego los molió y, mezclándolos con su propia sangre, dio origen a la humanidad actual.
Este relato destaca el papel de Quetzalcóatl como dador de vida, contrapuesto a los dioses guerreros y destructores. También refuerza la idea de que los hombres deben sacrificarse en reciprocidad.
El robo del maíz
En otro mito, Quetzalcóatl descubre que el maíz está escondido en una montaña inaccesible. Tras fracasar los dioses en abrirla, Quetzalcóatl se transforma en hormiga negra, entra por una grieta y extrae el grano. Gracias a su astucia, los hombres reciben su principal alimento.
Este mito revela la centralidad del maíz en la vida mesoamericana, no solo como sustento físico, sino como elemento identitario. La cultura mexica se entendía a sí misma como "hijos del maíz".
El origen del pulque y otros dones divinos
Otros relatos explican la procedencia de bienes esenciales mediante episodios míticos. Por ejemplo, el origen del pulque (bebida embriagante) está ligado a la diosa Mayáhuel, asociada al maguey. Su muerte a manos de los tzitzimime dio origen a esta planta sagrada, cuyo jugo embriaga y permite el contacto con el mundo espiritual.
Asimismo, el fuego, la música, la agricultura, el tiempo y la escritura son concebidos como dones obtenidos por los dioses para beneficio de la humanidad, pero siempre dentro de un orden ritual y cósmico.
El panteón de los dioses aztecas

La religión mexica era politeísta, jerárquica y funcional. Esto significa que reconocía numerosos dioses, muchos de ellos organizados en niveles de importancia y asociados a esferas específicas del cosmos y de la vida humana. El panteón azteca no era cerrado ni dogmático: se nutría de tradiciones anteriores (como la tolteca o teotihuacana), de deidades locales conquistadas por el imperio mexica y de figuras simbólicas que podían mutar de nombre o atributos según el contexto.
Los dioses aztecas no eran seres moralmente buenos o malos. Eran fuerzas impersonales, ambivalentes, relacionadas con el orden y el caos, la creación y la destrucción, la vida y la muerte. Por eso, un mismo dios podía tener facetas benéficas y destructivas, masculinas y femeninas, celestes o telúricas.
Clasificación general de los dioses
Aunque no existe una taxonomía única, los especialistas suelen agrupar a las deidades mexicas en cinco grandes categorías:
- Dioses creadores y cósmicos
Encargados de la creación del universo y del sostenimiento del orden cósmico. - Dioses celestes y atmosféricos
Asociados al cielo, el sol, la luna, las estrellas, el viento y los fenómenos meteorológicos. - Dioses terrestres y agrícolas
Relacionados con la fertilidad, el maíz, el agua, la tierra y la subsistencia. - Dioses del inframundo y la muerte
Regentes del Mictlán y de los ciclos funerarios. - Dioses de funciones humanas
Vinculados a la guerra, el comercio, el amor, el arte, la embriaguez o la medicina.
Principales deidades del panteón mexica
Huitzilopochtli – Dios del sol y la guerra
Huitzilopochtli ("Colibrí Zurdo") era el dios tutelar de los mexicas y símbolo máximo de su poder militar y religioso. Representaba al sol en su tránsito diurno, al guerrero sagrado que lucha cada día contra las tinieblas. Su culto estaba ligado al sacrificio humano, necesario para sostener el movimiento solar.
Era hijo de Coatlicue y enemigo de Coyolxauhqui, a quien decapitó al nacer. Su templo principal en el Templo Mayor compartía espacio con Tláloc, reflejando el equilibrio entre la guerra y la fertilidad.
Quetzalcóatl – Dios del viento, el saber y la vida
Quetzalcóatl ("Serpiente Emplumada") es una de las deidades más antiguas y extendidas de Mesoamérica. En la cosmovisión mexica, era asociado al viento (Ehecatl), al conocimiento, la cultura, la fertilidad y el autosacrificio. Se le atribuía la creación del hombre actual a partir de los huesos del Mictlán y su sangre.
En contraste con Huitzilopochtli, Quetzalcóatl era una figura civilizadora y pacífica. Algunos relatos lo vinculan a la región de Tula y a los toltecas.
Tezcatlipoca – Dios del destino, la noche y el caos
Tezcatlipoca ("Espejo Humeante") representaba la noche, el conflicto, el poder y la dualidad. Era el rival mítico de Quetzalcóatl y uno de los dioses más temidos. Se le asociaba con la hechicería, la guerra, la juventud, el cielo nocturno y el jaguar.
Tenía muchos aspectos (Itztlacoliuhqui, Titlacahuan) y su culto estaba presente en rituales de sacrificio altamente elaborados, como el del esclavo que durante un año vivía como dios antes de ser inmolado.
Tláloc – Dios de la lluvia y el trueno
Tláloc era una de las divinidades más importantes y longevas del panteón mesoamericano. Como señor de las lluvias y las tormentas, garantizaba la fertilidad de los cultivos, especialmente del maíz. Tenía un carácter ambivalente: podía otorgar abundancia o castigar con sequías, granizo o enfermedades.
Sus servidores eran los tlaloques y su morada, el Tlalocan, era un paraíso acuático al que accedían los muertos por causas relacionadas con el agua.
Tonatiuh – El dios solar
Tonatiuh representaba al sol del Quinto Sol, la era actual. Aunque a menudo se le superpone con Huitzilopochtli, en términos mitológicos es el astro central que fue puesto en movimiento gracias al sacrificio de Nanahuatzin.
Su rostro se encuentra en el centro de la Piedra del Sol, rodeado por los símbolos de los soles anteriores y los signos calendáricos. Exigía sacrificios constantes para mantener su curso.
Coatlicue – Diosa de la tierra y la vida-muerte
Coatlicue ("La de la Falda de Serpientes") era la madre de los dioses y personificación de la tierra, en su faceta de generadora y devoradora de vida. Su imagen transmite fuerza telúrica: collares de manos, falda de víboras, garras afiladas. Dio a luz a Huitzilopochtli y fue atacada por sus otros hijos.
Como Tonantzin ("Nuestra Madre"), tenía un culto más benigno y fecundo, relacionado con la fertilidad y la maternidad.
Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl – Dioses de la muerte
Señores del Mictlán, el inframundo, Mictlantecuhtli y su consorte regían el destino final de los muertos que no morían de forma sagrada (guerra, parto, agua). Eran representados con calaveras, ojos saltones y collares de huesos.
Pese a su aspecto siniestro, eran necesarios en el equilibrio cósmico. El mito de Quetzalcóatl en el inframundo los vincula al origen de la humanidad.
Xipe Tótec – Dios de la renovación y la piel
Xipe Tótec ("Nuestro Señor el Desollado") era una deidad agrícola relacionada con la renovación de la vida a través de la muerte. Se lo representaba cubierto con la piel de una víctima sacrificada, simbolizando el renacer de la vegetación.
Su culto incluía el festival Tlacaxipehualiztli, donde guerreros capturados eran sacrificados en rituales públicos.
Otros dioses relevantes
Tēzcatzoncatl: dios del pulque y la ebriedad ritual.
Chalchiuhtlicue: diosa del agua dulce, ríos, lagos y partos.
Mayáhuel: diosa del maguey y del pulque.
Xochiquétzal: diosa del amor, la belleza, las flores y el arte.
Xochipilli: dios del canto, el juego, el placer y la embriaguez sagrada.
Itztlacoliuhqui: dios del castigo, el frío y el invierno.
Huehuetéotl: dios del fuego viejo, vinculado a los volcanes y al tiempo cíclico.
Glosario de deidades aztecas

Ayauhteotl: Diosa de la niebla y la vanidad. Asociada con el resplandor, el glamour, la fama y los sueños.
Camaxtli: Dios de la caza, la guerra y el fuego. Deidad adoptada de los tlaxcaltecas, similar a Mixcóatl.
Centéotl: Dios del maíz joven. Hijo de Tláloc y Chalchiuhtlicue; regente de la agricultura.
Chalchiuhtlicue: "La de la falda de jade". Diosa de las aguas dulces, lagos, ríos y partos.
Chantico: Diosa del fuego doméstico y la protección del hogar. Su culto era menor pero constante.
Chicomecóatl: "Siete Serpiente". Diosa del maíz maduro, la agricultura y la fertilidad.
Cihuacóatl: "Mujer serpiente". Deidad femenina vinculada al parto y al gobierno. Figura de madre protectora y guerrera.
Coatlicue: "La de la falda de serpientes". Diosa madre de los dioses, personificación de la tierra que da y devora vida.
Coyolxauhqui: "La adornada de cascabeles". Hermana de Huitzilopochtli; decapitada por él al momento de su nacimiento.
Ehecatl: Dios del viento. Aspecto de Quetzalcóatl, regía el movimiento y la respiración.
Huitzilopochtli: "Colibrí zurdo". Dios solar, de la guerra y patrón de los mexicas. Su templo era el centro de Tenochtitlan.
Huehuecóyotl: "Coyote viejo". Dios del canto, el juego, la burla, el engaño y el azar.
Huehuetéotl: "Dios viejo". Antiguo dios del fuego, asociado a los volcanes y al tiempo cíclico.
Itztlacoliuhqui: "El que tiene la vara curva de obsidiana". Dios del frío, el castigo y el invierno.
Ixcuina / Tlazoltéotl: Diosa de la lujuria, la confesión y la purificación. Tenía aspectos duales: causaba el pecado y lo limpiaba.
Macuilxóchitl (Xochipilli): "Cinco flor". Dios de la música, las flores, el placer y las artes.
Mayáhuel: Diosa del maguey. Asociada al pulque, la nutrición y la embriaguez ritual.
Metztli: Diosa o dios de la luna. Figura ambigua o variable según la región. A veces es masculino.
Mictlantecuhtli: "Señor del Mictlán". Dios de los muertos y del inframundo, junto a su consorte Mictecacíhuatl.
Mictecacíhuatl: "Señora del Mictlán". Diosa de la muerte, guardiana de los huesos, esposa de Mictlantecuhtli.
Mixcóatl: "Serpiente de nubes". Dios de la caza, la guerra y las tormentas; padre de Quetzalcóatl.
Nanahuatzin: "El buboso". Dios humilde que se arrojó al fuego para convertirse en el sol (Tonatiuh).
Ometeotl: "Dios dual". Ser supremo que reúne lo masculino y lo femenino: Ometecuhtli y Omecíhuatl. Dioses creadores primordiales.
Patecatl: Dios de la medicina y del pulque. Esposo de Mayáhuel, padre de los Centzon Totochtin.
Quetzalcóatl: "Serpiente emplumada". Dios del viento, el conocimiento, la fertilidad, la cultura y la creación humana.
Tēzcatlipōca: "Espejo humeante". Dios del destino, el conflicto, la oscuridad y la juventud. Rival de Quetzalcóatl.
Tepeyóllotl: "Corazón de la montaña". Dios de los ecos, terremotos y jaguares. Aspecto de Tezcatlipoca.
Tlāloc: Dios de la lluvia y la fertilidad. Señor del agua, indispensable para los cultivos.
Tlāltecōtl: Diosa monstruosa de la tierra. Según el mito, fue desgarrada para formar el mundo. Puede confundirse con Coatlicue.
Tlāzoltēotl: "Comedora de suciedad". Diosa de la sexualidad y del perdón. Se le confesaban los pecados carnales.
Tōnacācihuatl y Tōnacātēcuhtli: Diosa y dios de la fertilidad y la abundancia. Padres de los dioses según algunos mitos cosmogónicos.
Tonatiuh: Dios del sol actual (Quinto Sol). Exigía sacrificios para mantener su curso diario.
Xipe Tótec: "Nuestro Señor el Desollado". Dios de la renovación agrícola. Se le ofrecían sacrificios desollando a las víctimas.
Xochiquétzal: "Flor preciosa". Diosa de la belleza, el amor, el arte, la fertilidad y el placer.
Xochipilli: "Príncipe florido". Dios de la música, el arte, las flores, el juego y el placer divino.
Yacatecuhtli: Dios del comercio y los mercaderes. Protector de los pochtecas, se le representaba con báculo.
Yohualtecuhtli: "Señor de la noche". Deidad nocturna asociada a la muerte y a los sueños.
Zolton: Dios del calendario y el movimiento. A veces identificado con aspectos de Tonatiuh o de Quetzalcóatl.
La mitología azteca: un universo en expansión
La mitología azteca representa uno de los sistemas religiosos y simbólicos más ricos del continente americano. En ella, los dioses no son entidades aisladas sino manifestaciones dinámicas de las fuerzas naturales, sociales y espirituales que definieron la vida de los pueblos nahuas. Cada deidad encarna aspectos complejos de la existencia: la guerra y el nacimiento, la lluvia y la muerte, el deseo y el castigo, el sol y el sacrificio. Estos dioses conviven en un cosmos regido por ciclos, donde el tiempo y la materia se regeneran a través de actos rituales.
Lejos de una estructura dogmática, el panteón azteca se caracteriza por su multiplicidad y flexibilidad. Muchos dioses poseen varios nombres, atributos o aspectos, y frecuentemente se transforman o se funden entre sí, según el contexto ceremonial, el calendario o la región. Esta riqueza simbólica se complementa con una cosmovisión cíclica que explica la creación y destrucción sucesiva del mundo en cinco eras solares, así como un complejo calendario ritual que guiaba cada aspecto de la vida cotidiana.
Pero la mitología azteca no es solo un conjunto de relatos antiguos: es también un reflejo profundo de cómo los mexicas comprendían el universo, la historia, el cuerpo humano, la muerte y la naturaleza. Es una tradición que se expresa a través del arte, la arquitectura, los códices, los rituales y la organización política. En este sentido, no se trataba simplemente de “creer”, sino de participar activamente en un mundo habitado por lo divino.
A partir de este artículo general, te invitamos a recorrer las distintas entradas dedicadas a las deidades más importantes, los mitos fundacionales, los rituales religiosos, las fiestas del calendario solar, las concepciones del inframundo y otras claves que te permitirán comprender la profundidad y la coherencia de este universo simbólico.
La mitología azteca no se reduce a nombres o fechas: es un relato viviente sobre el lugar del ser humano en el cosmos. Y cada una de sus piezas —dioses, símbolos, sacrificios, calendarios— merece ser explorada por separado. Aquí comienza ese recorrido.











