
Tsukuyomi

Tsukuyomi, cuyo nombre significa literalmente "Dios de la Luna", es una figura central en el panteón del sintoísmo japonés, una religión nativa que, a diferencia del Budismo que influyó en otras áreas, se centra en la veneración de los antepasados, la naturaleza y los espíritus que la habitan. Su rol primordial es el de guardián del tiempo, el registro de los acontecimientos pasados y la predicción del futuro, lo que lo convierte en una de las deidades más importantes para la cosmovisión y la práctica religiosa de los sintoístas. La comprensión de Tsukuyomi está intrínsecamente ligada a la concepción japonesa del tiempo cíclico y la importancia de la memoria ancestral, elementos fundamentales en la cultura japonesa.
Este artículo se propone explorar en detalle la figura de Tsukuyobi, analizando su origen mitológico, sus atributos, su papel en la cosmología sintoísta, su relación con otros dioses y diosas, y su influencia en la vida cotidiana de los practicantes. Se examinarán las diversas representaciones artísticas de Tsukuyomi, las prácticas religiosas asociadas a su culto, y la evolución de su importancia a lo largo de la historia japonesa, desde la época prehistórica hasta el período moderno. El objetivo es ofrecer una visión completa y fundamentada de la figura de Tsukyomi, desglosando los aspectos más relevantes de su culto y su significado dentro del complejo sistema de creencias sintoístas.
Orígenes Mitológicos y Cosmología
El origen de Tsukuyomi se encuentra en el Kojiki (Registro de los Cosas Antiguos), un texto fundamental para la comprensión del sintoísmo. Según la cosmogonía sintoísta, en el principio, el universo era una masa informe, un vacío llamado Kuwako (agua primordial). De esta masa primordial surgieron los dioses primordiales, Izanami y Ōkuninushi, quienes, para dar forma al mundo, se bañaron en el Kuwako. Sin embargo, Ōkuninushi se sumergió más profundamente que Izanami, lo que provocó su muerte.
Izanami, en su desesperación, descendió al Yomi (el inframundo) para buscar a Ōkuninushi. Allí, se encontró con la oscuridad y la corrupción, y finalmente, se transformó en una anciana de aspecto terrible. Cuando Ōkuninushi la encontró, la horrorizó y huyó, lo que provocó la ira de Izanami. Para evitar que Izanami lo persiguiera, Ōkuninushi invocó el poder de Amaterasu, la diosa del sol, quien, con un rayo, obligó a Izanami a regresar al Yomi.
De esta tragedia surgieron los dioses de la luna y el tiempo. Ōkuninushi se convirtió en Tsukuyomi, responsable de la luna, mientras que Izanami se convirtió en la diosa del Yomi. La creación del mundo, según esta narrativa, está intrínsecamente ligada a la lucha entre la luz y la oscuridad, el orden y el caos, y la importancia de mantener el equilibrio cósmico. La muerte de Ōkuninushi y su transformación en Tsukuyomi simbolizan la inevitabilidad del cambio y la necesidad de aceptar la muerte como parte del ciclo de la vida.
Atributos y Representaciones Artísticas
La principal representación de Tsukuyomi es como un hombre con una luna en su cabeza. Esta imagen no es arbitraria; la luna, en la cultura japonesa, representa el tiempo, la memoria y la sabiduría. La luna en su cabeza simboliza su capacidad para observar el pasado y prever el futuro, convirtiéndolo en un guardián del tiempo y un conocedor de los secretos del universo. A menudo se le representa con una espada, que representa su poder y autoridad, y con un espejo, que simboliza su capacidad para reflejar la verdad.
Las representaciones de Tsukuyomi varían a lo largo de la historia. En las primeras representaciones, a menudo se le mostraba como un hombre anciano y sabio, con una expresión serena y contemplativa. Con el tiempo, su imagen se volvió más estilizada y abstracta, y a menudo se le representaba como un hombre joven y hermoso, con una luna brillante y radiante. En algunas representaciones, se le asocia con animales, como el zorro (kitsune), que también es un símbolo de sabiduría y transformación.
La forma en que Tsukuyomi era representado también estaba influenciada por el contexto cultural y religioso. En las representaciones más formales, como las que se encuentran en los templos sintoístas, se le mostraba con una vestimenta elaborada y un aura de poder y autoridad. En las representaciones más informales, como las que se encuentran en las pinturas y grabados, se le mostraba con una apariencia más humana y accesible. La iconografía de Tsukuyomi es, por lo tanto, un reflejo de la compleja y multifacética naturaleza de esta deidad.
Rol en la Cosmología Sintoísta
Dentro de la cosmología sintoísta, Tsukuyomi ocupa un lugar crucial como uno de los Kami (espíritus o deidades) que habitan el Kojin (el mundo de los espíritus). El Kojin se divide en varios niveles, y Tsukuyomi reside en el nivel más alto, junto con Amaterasu y otros Kami importantes. Su función principal es la de registrar los eventos del pasado y predecir el futuro, lo que le convierte en un guía y un consejero para los humanos.
La concepción japonesa del tiempo es cíclica, y Tsukuyomi es fundamental para esta visión. La luna, como símbolo del tiempo, está asociada con los ciclos de la naturaleza, como las estaciones y los ritmos de la vida. Tsukuyomi es, por lo tanto, un guardián de estos ciclos, y su influencia se extiende a la agricultura, la curación y otras actividades humanas. La observación de la luna era, y sigue siendo, una práctica importante en la cultura japonesa, y se utilizaba para determinar las fechas de las festividades y las actividades agrícolas.
Además de su papel como guardián del tiempo, Tsukuyomi también está asociado con la memoria y el conocimiento. Se cree que tiene la capacidad de recordar todos los eventos que han ocurrido en el pasado, y que puede transmitir este conocimiento a los humanos. Esto lo convierte en una figura importante en la transmisión de la cultura y las tradiciones japonesas. La veneración de Tsukuyomi se basa, por lo tanto, en la creencia de que él posee un conocimiento profundo del universo y de la historia humana.
Relación con Otros Kami
La relación de Tsukuyomi con otros Kami es compleja y está llena de simbolismo. Su relación más importante es con Amaterasu, la diosa del sol, con quien comparte el dominio del Kojin. Amaterasu es la madre de Tsukuyomi, y juntos representan la fuerza y el poder del universo. Sin embargo, su relación también está marcada por la tensión, ya que Amaterasu representa la luz y el orden, mientras que Tsukuyomi representa la oscuridad y el tiempo.
Tsukuyomi también está asociado con Izanami, la diosa del Yomi. Como se mencionó anteriormente, Tsukuyomi surgió de la muerte de Izanami, y juntos representan la lucha entre la luz y la oscuridad. Esta relación es fundamental para la cosmología sintoísta, ya que simboliza la necesidad de equilibrar las fuerzas opuestas para mantener el orden cósmico.
Además de estas relaciones principales, Tsukuyomi también está asociado con otros Kami que están relacionados con el tiempo, la memoria y el conocimiento. Estos Kami a menudo se invocan en rituales y ceremonias para obtener la bendición de Tsukuyomi. La red de relaciones entre los Kami en la cosmología sintoísta es, por lo tanto, un reflejo de la complejidad y la interconexión de la vida humana.
Rituales y Ceremonias

La veneración de Tsukuyomi se manifiesta en una variedad de rituales y ceremonias. Estos rituales a menudo se realizan en templos sintoístas, y están diseñados para honrar a Tsukuyomi y para obtener su bendición. Algunos de los rituales más comunes incluyen:
- Ofrendas de alimentos y bebidas: Se ofrecen alimentos y bebidas a Tsukuyomi como una forma de agradecimiento y respeto.
- Invocaciones: Se realizan invocaciones a Tsukuyomi para pedirle consejo o ayuda.
- Rituales de luna llena: Se realizan rituales especiales durante la luna llena, que se considera el momento más poderoso para invocar a Tsukuyomi.
- Observación de la luna: La observación de la luna es una práctica importante en la veneración de Tsukuyomi. Los observadores de la luna a menudo realizan rituales especiales para honrar a la deidad.
Estos rituales no solo son una forma de honrar a Tsukuyomi, sino también una forma de conectar con la naturaleza y con el universo. La veneración de Tsukuyomi es, por lo tanto, una parte integral de la cultura y la espiritualidad japonesa.
Tsukuyomi es una de las deidades más importantes en la cosmología sintoísta. Su papel como guardián del tiempo, la memoria y el conocimiento lo convierte en una figura fundamental para la cultura y la espiritualidad japonesa. La veneración de Tsukuyomi se manifiesta en una variedad de rituales y ceremonias, y su influencia se extiende a todos los aspectos de la vida humana.
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